Jazz periférico

El jazz nació por parto natural en Nueva Orleans, aunque se palpaba en el ambiente por muchas otras partes. Pero era Nueva Orleans la ciudad portuaria, cosmopolita, crisol de culturas e influencias, donde el jazz estaba predestinado a originarse. Era una ciudad con poco más de doscientos mil habitantes en el cambio al siglo XX, que contaba con más de 30 orquestas de baile. En el barrio de
Storyville blancos y negros, ricos y pobres, se divertían sin prejuicios. La primera guerra mundial convirtió a Nueva Orleans en puerto de guerra y las autoridades militares cerraron Storyville por decreto, dejando sin trabajo a las putas y a los músicos.

Así que con la gran oleada migratoria de negros hacia el norte industrializado se fueron
King Oliver, Louis Armstrong y muchos otros músicos. Primero a Chicago, con los gangsters, y luego a Nueva York. Allí lo escuchó Lorca en 1929 y le inspiró algunos poemas como El rey de Harlem. Y allí se ha quedado, hasta nuestros días, experimentando numerosos cambios.

Las grandes ciudades son un imán para los fenómenos culturales, pero, a veces, surgen iniciativas en otros sitios, aunque no por casualidad. Por ejemplo el jazz de Kansas city vivió su época dorada en los 30, al abrigo del gobernador populista y corrupto
Tom Pendergast, que, para bien del jazz, ignoró la Ley seca y los horarios de cierre de los locales, posibilitando un estilo de jazz único, con jam session que se prolongaban toda la noche. Allí reinó la orquesta de Count Basie, escuela de grandes músicos, y Charlie Parker abandonó el colegio a los 14 años para colarse en los clubs donde mamó aquel jazz frenético que le influiría para crear el jazz moderno, al poco de llegar a Nueva York, con 19 años.

En la década de los 50 fue en California donde se creó un nuevo estilo, el
West Coast, brillante, arreglado, blanco y feliz, muy alejado de los estilos que se cocían en Nueva York. Y así hay muchos más ejemplos. En definitiva, el jazz ha evolucionado hasta ser una música compleja y muy variada, dispersándose por el mundo en función de diversas circunstancias
¿Y qué pasa en España? Pues que Madrid y Barcelona son máximos polos de atracción para los músicos de jazz y sus actividades. Pero hay vida jazzística más allá de esas ciudades, aunque, salvo excepciones, sea poca. San Sebastián creó su festival de jazz hace décadas y alberga el Centro Superior de Música del País Vasco (Musikene), por desgracia hoy día con recortes presupuestarios. Esta actividad musical donostiarra propicia la existencia de propuestas variadas y de grandes músicos como nuestros invitados de hoy. También en Euskadi se organizan festivales de jazz consolidados en Vitoria y en Getxo. Y en otras provincias destacan los festivales de San Javier, Tarrasa, Galapajazz y otros. Además de esto en
‘En ViBop’ nos parece importante que se escuche jazz en vivo todo el año. Quizá es menos espectacular y mediático, alejado de grandes presupuestos, pero puede que deje más poso. Un puñado de entusiastas lo hacen posible en muy pocos lugares, generalmente con tantas dificultades como pocos apoyos institucionales. Así que carpe diem, disfruta de la buena música allí donde la encuentres.

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